lunes, 18 de febrero de 2013

Lo que puede cambiar la vida de un café a otro.


Hacía un año que no me tomaba un café en esta cafetería.
El capuchino sigue sabiendo igual de bien. La silla sigue siendo igual de incómoda. La camarera sigue siendo igual de maja. Aquí la única que ha cambiado soy yo.
Hace un año, la última vez que me tomé un café aquí, mi vida era lo que se puede llamar un desastre.
La última vez que estuve aquí era porque me había perdido un bus (en ese sentido sigo sin cambiar) y me quedaban 4 horas de espera por delante. Tenía resaca, era domingo, y estaba incomunicada del mundo, parece que los domingos la gente no quiere saber nada de ti.
Por “suerte”, digamos, vino mi entonces novio a rescatarme/recogerme. Pero yo ya me había tomado el café entonces. Y a partir de ese café mi vida empezó a cambiar.
La noche anterior, de parranda, un chico había insistido tanto en ligar conmigo que me había dado cuenta, por fin, con mi estúpida autoestima adolescente, que le podía gustar a alguien más que aquel cárcel de chico que era mi ex. Vale, el chico en cuestión que me había permitido darme cuenta era el típico chaval que se tatúa el nombre en un abecedario que no sabe utilizar y de manera equivocada (de manera que en su pierna ponía FRLP y no FRAN, aunque nunca tuve el corazón de decírselo  y no era exactamente a lo que yo aspiraba, pero cumplió su función en el mundo como todas las criaturas. Me hizo darme cuenta que había un mundo de personas ahí fuera y que no era tan horrible como para sólo gustarle a una persona.
A partir de ahí mi vida cambió. Me fui escapando de la cárcel que era entonces mi novio, centrándome en mis estudios y mis amigas, y por fin, logré el valor para plasmar en palabras aquellos sentimientos que llevaba aguantándome dentro y no le había expresado a mi entonces mejor amigo y ahora maravilloso novio, Adrián.
Cuando me bebí ese capuchino sentada en este mismo banco, hace un año, mi vida era un puto lío. Ahora me considero realmente afortunada y feliz, rodeada de gente maravillosa que me quiere por como soy.
Parece una tontería, pero es alucinante el poder que tiene un café para cambiar tu vida,¿verdad?

Esto lo escribo desde la misma cafetería. Me gusta la idea de ser una escritora de esas que se pasan el día en una cafetería. Todos te miran bien.

PD: Este texto lo escribí hace casi dos semanas, pero al tenerlo en mi netbook que va a velocidades paleonlíticas he tardado en hacerme el ánimo de intentar publicarlo.
Espero que os guste, que os sintáis identificados, que os haga gracia..Que sigáis aguántando mis publicaciones bimensuales tontas, vamos ;)